domingo, 15 de abril de 2012

LO PEOR QUE TE PUEDE PASAR ES QUE.......


Si creían que lo habían leido todo en este blog, van muy equivocados. Pensamos que llegados a una cierta edad la vida se nos tranquiliza. Ya no tienen tanta emoción las cosas que nos pasan, pero no se porque, pero a nosotras no nos dejan de ocurrir aventuras para contar. Bueno mucho más a mis amigas que a mi.
Mi amiga la de siempre, la que desprende glamour por los cuatro costados y pasea su soltería como estandarte de libertad, hoy me ha llamado fuera del día habitual para que nos vieramos.
Casi siempre quedamos para cenar o tomar café en su día de descanso. Y por supuesto no hacemos siempre las mismas cosas. Aun no se instaló la rutina en nuestra amistad. Pero lo que hoy me extraño fue que no era su día de descanso y nos tuvimos que ver por una urgencia.
Yo sabía que me llamaría, porque la noche anterior fue de fiesta y seguramente algo me contaría. Hablaríamos de trapos, zapatos y de si una y otra iba con alguien o sola.
La cena era laboral y se reunian solo jefes. Era una cena anual que se repite cada año con el proposito "vete a saber para que" de aflojar tensiones o intentar relajarse. Se prohibe hablar de trabajo y se sientan estrategicamente para que así sea.
Mujeres no es que haya muchas, sigue siendo más bien una empresa machista. Todavía les cuesta añadir a sus filas al sexo femenino, pero alguna ha conseguido llegar. Y por supuesto es obligatorio asistir.
Cuando entrè en la cafetería ya sabía que la historia prometertía. Y así fue.
Cuantas veces nos hemos hecho la pregunta, ¿y si me pasara esto?, "y si me ocurriera aquello me moriría de la verguenza". Hasta que pasa.
La aventura empezó nada más salir de casa, y tropezar con los escalones del portal que llevan toda la vida allí. Quizá era una señal, buena o mala pero señal.
Cuando llegué y la vi su cara, era todo un poema. No se había quitado las gafas ni dentro de la cafetería y se encontraba en la última mesa, de esas que nunca cogemos porque sino nos perdemos algo.
Dos besos y sin apenas pausa me dice, "toma asiento por si te caes".
Yo no sabía si pedir el café, una tila, no pedir nada. Pero bueno, se acercó Conchi como siempre con su estilazo y su sonrisa y tras unos segundos para tomar aire pedí el café y una de esas modernas magdalenas que siempre se llamaron así y ahora se llaman muffins o algo parecido.
Seguía muda y yo corté como si de un cuchillo se tratara el espacio tiempo mudo que había.
"¿Como fue la fiesta? Aquella pregunta la estaba esperando, y como si de abrir el grifo se tratara un chorro de lamentos salieron y se estrellaron contra mi.
"Calla, calla que cuando te cuente, seguramente entraras en un estado catatónico como en el que estoy yo"
Yo todas estas situaciones ya dije anteriormente no me sorprenden pero dicen por ahí que no lo hemos visto todo. 
"Anoche antes de salir de casa casi me mato con los tacones por las escaleras" 
Me agaché para mirarla los pies por si llevaba alguna pierna vendada, y viendo que no ladeé la cabeza dándola a entender que el mundo no acababa por un tropezón.
Llego mi café y mi moderna magdalena.
Pero no hice ademán por si acaso lo que venía después era una tragedia griega. Y que poco me equivoqué. 
"Lo peor no fue que tropezara, eso solo fue una señal de lo que vendría después" 
Yo ya temblaba, aquello iba a ser un nuevo relato de creencias o situaciones para anormales.
"Conduje hasta mitad de camino del lugar dónde era la cena, pero como me había parado por lo del traspies y  no quería llegar muy tarde, tome un atajo, de esos que hay tipo caminos sin asfaltar y que adelantaría cinco o diez minutos". "Justo los minutos que perdí sentada en el escalón colocándome el zapato".
Decidí echar azúcar a mi café para aparentar normalidad. 
"Y a mitad del dichoso camino sin asfaltar, va y pincho una rueda"
Bajé la cabeza y moví los ojos de un lado para otro. Apoyé la frente sobre la palma de la mano. 
" Si, pero aun no he terminado lo mejor" "El dichoso camino no tenía apenas transito, ahora se el porque". "La cobertura del móvil era inexistente, y para rematar no veía la forma humana de agacharme y colocar el gato para cambiar la rueda". " A todo esto suma el hecho de que no he cambiado nunca una rueda y encima el vestido era tan ajustado que hubiese sido mejor quitármelo, total no hubiese pasado nadie por aquel camino de muerte"
En aquel momento me acordé de Dios, no se porque siempre recurro a el en estos momentos. Tal vez me situé en el momento y creo que sería mejor morir, (en el buen sentido de la palabra).
Y casi me salió un pitido por voz y la pregunté "¿que hiciste?, porque si estamos aquí hablando es porque todo se solucionó". "¿Porque no me llamaste? 
" ¿Y que haríamos las dos allí?" "Quedarnos atascadas dos en vez de una".
Aquello si que me hizo reír de verdad.
Seguí mirando la moderna magdalena y esperé pacientemente a que siguiera.
"Llamé a la guardia civil"
Yo seguí muda y asentí con la cabeza de arriba hacia abajo.
"¿Y...?"
"Pues nada que aparecieron".
Yo seguía perdida entre el café con leche y la dichosa magdalena.
Y lo que vino después si que fue la auténtica bomba.
"¿Y a que no sabes quien apareció?"
Yo negué rápidamente para que me lo dijera cuanto antes. 
"Jorge".
Miré hacia atrás por si había alguien escuchándonos. Menos mal que estábamos en la última mesa como si estuviéramos cerrando algún mal trato. 
"No puede ser" " 
Las preguntas se empezaron atascar.
"¿Llamaste a Jorge para que fuera en tu auxilio?" "¿Tenía guardia?" "¿Estás segura de que era el y no un fantasma?
Siempre que pido de comer pasa lo mismo se queda frío.
"Claro que era Jorge, y por supuesto que no sabía que vendría, ni que tenía guardia" "Y para remate unos minutos antes estaba decente sentada sobre un muro esperando, pero se me ocurrió que antes de que llegaran podía adelantar trabajo y justamente cuando aparecieron tenía el vestido remangado a modo de cinturón, los zapatos encima del coche para no perderlos y los pelos todos por la cara que ahora dudo de si me conoció nada más verme". 
He de aclarar que Jorge es el ex de mi amiga. Que es guardia civil y que estoy segura de que era la última persona que creía que iba a encontrar. Acabar acabaron  bien, no hubo tiros, ni reproches. Pero acabaron. 
Y ahora estaba  plantada en un camino de tierra sin asfaltar, descalza y medio desnuda con la rueda de coche pinchada.
Enseguida apareció Conchi y se llevó mi café. Al momento me trajo otro recién calentito. Estaba acostumbrada a este tipo de situaciones y ya se había convertido en un clásico esto de calentar lo que pedíamos. Menos mal que tenemos su discreción, que sino no, no iríamos allí a tomar café.
Mi amiga continuó hablando.
"Me cambiaron la rueda y como en diez minutos acababa su turno, su compañero se fue en el coche patrulla y yo le acerque después a su casa".
"Ahhhh," dije yo sin más.
Ya no sabía que era peor, si que se te rompa el tacón y caigas escaleras abajo, o quedarte atrapada en un camino y que acuda a socorrerte tu ex novio guardia civil.
Me pasa lo mismo con la magdalena, no se si es mejor llamarla muffins o dejarlo como se la ha llamado toda la vida. 
A la cena de personal nunca llegó, y estuvo hablando hasta el amanecer sentada en el muro de piedra de una finca con su ex. Si había que justificar el hecho de porque nunca llegó al evento no tenía problema, seguramente en el cuartelillo le harían una nota oficial como que estaba sirviendo a la patria.







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