martes, 14 de diciembre de 2010

EL DOS PUEDE SER EL UNO




     Lo difícil de llegar a los 40 no es ni mucho menos la crisis de indentidad que se avecina. Tú ya lo tienes claro, tu vida va detrás de ti como un perrito faldero. Es igual para casadas, solteras o viudas. 
Lógicamente a los 40 las posibilidades de encontrar a un hombre soltero se reducen. Lo más probable es que sea divorciado y viudo. Lo último no nos agrada mucho, porque luego pueden salir por ahí las comparaciones con los fantasmas y arruinar una bonita historia. Si no existen hijos de por medio mucho mejor. 
Y ahora ha llegado el momento de plantarle cara a todo y a todos. 
Durante unas vacaciones de Navidad en una pequeña aldea del norte, visité a mi amiga que hacia lo mismo que yo, descansar. Y quedé sorprendida de lo que me relató entre café y café. Nunca llegué a plantearme que incluso viviendo en un pequeño núcleo la gente tuviera en cuenta el hecho de hacer distinciones dentro de la propia familia.
Cuando se casó en segundas nupcias con su pareja, ni mucho menos imaginaba que su familia política pondría "pero" y "porqué" por no pertenecer a su entorno, ni a su país. Por supuesto nunca fue directamente, pero sus caras lo decían todo. 
No saber hacer el cocido que a ellos tanto les gustaba o no tocar la zambomba en Navidad, fueron los primeros peros del momento. Añadamos el nivel cultural muy superior que ella tiene y la naturaleza cosmopolita que traspira de sus axilas. Y luego vino lo mejor y más interesante, era la segunda. 
Se quedaba fuera cualquier celebración aunque fuese la propia boda.
El ya se casó una vez, lo segundo ya no contaba. 
Teniendo un hijo se coló en el minúsculo núcleo de la familia. Lastima no haberlo sabido antes, nos hubiéramos ahorrado mucho tiempo y muchas energías. Un nieto une mucho es como un buen pegamento. Los nietos son el bálsamo para el dolor que ciertas discusiones dejan, son los que liman cualquier aspereza. Aunque para ellos siempre será una extranjera en sus vidas. 
A pesar de lo que me contaba la sentía tranquila y divertida y me di cuenta que había encontrado la clave a tanta hipocresía. 
"¿Como lo hizo realmente?"
Sencillo, después de tantos pesares se planteó un año no pasar las fiestas junto a ellos. 
Leyó en una revista que los 40 suponían una nueva etapa en la vida de una mujer y tomó nota. 
Y decidió entonces a quien pondría buena cara y a quien no. Volvió al planteamiento de que si ya tenía la flor para que demonios quería la maceta. 
Las cosas claras desde el primer momento. Caras largas las justas por no decir "ninguna" y si no se come cocido pues se comen frijoles. 
Seguro que te criticaran, pero antes también lo hacían y no poníamos remedio a ello.
Hay lugares y con personas que por mucho que nos esforcemos siempre seremos la chica de ciudad de otro país. 
Solo que ahora tienes tu vida bajo control y un hijo. 
Nada puede estropear todos los momentos de felicidad que están por llegar. 
De ahí en adelante las Navidad, Pascuas y demás fiestas del calendario nacional pasaron a ser de su exclusividad. Porque cuando un año te revelas y decides hacer lo que te da la gana, empiezan a pensar en ti con cierto temor. 
Con un nieto en la casa se les volvió abrir la puerta para rectificar y hacer lo que con sus hijos no pudieron. 
Ahora incluso en vez de café se atreven a tomar mate. Comen sus postres y cantan las canciones que ella aprendió de pequeña.
Tú que eres la segunda en todo para ellos, les das el relevo de la segunda oportunidad para regresarles a su segunda juventud. Y al final todo queda en segundos malos entendidos, porque al final el número dos pasa a ser el número uno. 

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